"A veces pienso que lo que me faltó fue declararte la guerra... retarte en vez de salvarte" E. Sastre |
NEUTRALIDAD: fórmula mediante
la cual a través de la ausencia de expresión emotiva se alcanza una
presencia escénica de suficiente relevancia como para generar una
reacción emocional en el espectador.
Me encuentro en medio de la sala,
escucho mi respiración agitada, intento controlarla, respiro...
respiro... respiro... sé que debo empujar mi diafragma hacia abajo,
evitar que los suspiros profundos me delaten. Coloco mi espalda, soy
consciente de que mi postura transmite rigidez, seriedad, quizás una
oculta melancolía que sólo aquellos observadores expertos son
capaces de apreciar. Siento el frío en la planta de mis pies
desnudos, mis pasos se suceden en un avance neutro y predestinado.
Alcanzo el primero de mis objetivos, me paro, contengo el aire en mis
pulmones y de derecha a izquierda contemplo inerte a los compañeros
situados ante mí, sus caras no evocan nada, son sin ser. Sin apartar la mirada de ellos
flexiono mis rodillas y lentamente descendiendo mi cuerpo hasta
quedar sentada, puedo notar el frío metal de la silla bajo mis
piernas y su incómodo respaldo clavándose en mi columna.
Nuevamente observo los rostros que
me rodean, exploro sus ojos, ansío encontrar mi reflejo en sus
pupilas, pero mi único logro es hallar su amarga indiferencia. Puedo
sentir la calidez del aire que se escapa por mis labios entreabiertos
y apostando por la inexpresividad de mi alma, busco aproximarme cada
vez más a la relativa inexistencia. Alzo mi cuerpo con un solo
impulso, mis dedos acoplan con la suavidad del suelo, dejan las
huellas de su paso y arrastran mi destino hacia el final de la sala,
el final del final. He alcanzado mi meta, soy una autómata, mi
existencia se basa en eso... la ausencia indiferente. Mi corazón
late despacio en un ralentí anestesiado y decrépito, nada importa
ahora más allá de mi presencia, ocultar mi esencia es casi una
obligación.
Todo ha terminado, he conseguido
que mis ausencias permanezcan ocultas y mis carencias sean mis
principales aliadas. En secreto, he mirado tu presencia, respirado tu
sonido, tocado tu aire, escuchado tu ausencia, degustado tu mirada...
y he salido ilesa. Ahora, entre verdades y realidades, sólo deseo
hacer de la neutralidad mi ley de vida, hallar la fórmula perfecta
para olvidar que el olvido es mi única salida. O quizás, mejor
encontrar tus desencuentros y hacerles frente uno a uno, perderme en
cada uno de tus suspiros, darte la paz que mereces y contemplarte
luego en mi ausencia, porque no puedes pedirme que me quede y luego
quedarte sin mí...
Quédate conmigo...
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