viernes, 6 de febrero de 2015

Ejerciendo la neutralidad...


"A veces pienso que lo que me faltó fue declararte la guerra... retarte en vez de salvarte" E. Sastre

NEUTRALIDAD: fórmula mediante la cual a través de la ausencia de expresión emotiva se alcanza una presencia escénica de suficiente relevancia como para generar una reacción emocional en el espectador.

Me encuentro en medio de la sala, escucho mi respiración agitada, intento controlarla, respiro... respiro... respiro... sé que debo empujar mi diafragma hacia abajo, evitar que los suspiros profundos me delaten. Coloco mi espalda, soy consciente de que mi postura transmite rigidez, seriedad, quizás una oculta melancolía que sólo aquellos observadores expertos son capaces de apreciar. Siento el frío en la planta de mis pies desnudos, mis pasos se suceden en un avance neutro y predestinado. Alcanzo el primero de mis objetivos, me paro, contengo el aire en mis pulmones y de derecha a izquierda contemplo inerte a los compañeros situados ante mí, sus caras no evocan nada, son sin ser. Sin apartar la mirada de ellos flexiono mis rodillas y lentamente descendiendo mi cuerpo hasta quedar sentada, puedo notar el frío metal de la silla bajo mis piernas y su incómodo respaldo clavándose en mi columna.

Nuevamente observo los rostros que me rodean, exploro sus ojos, ansío encontrar mi reflejo en sus pupilas, pero mi único logro es hallar su amarga indiferencia. Puedo sentir la calidez del aire que se escapa por mis labios entreabiertos y apostando por la inexpresividad de mi alma, busco aproximarme cada vez más a la relativa inexistencia. Alzo mi cuerpo con un solo impulso, mis dedos acoplan con la suavidad del suelo, dejan las huellas de su paso y arrastran mi destino hacia el final de la sala, el final del final. He alcanzado mi meta, soy una autómata, mi existencia se basa en eso... la ausencia indiferente. Mi corazón late despacio en un ralentí anestesiado y decrépito, nada importa ahora más allá de mi presencia, ocultar mi esencia es casi una obligación.

Todo ha terminado, he conseguido que mis ausencias permanezcan ocultas y mis carencias sean mis principales aliadas. En secreto, he mirado tu presencia, respirado tu sonido, tocado tu aire, escuchado tu ausencia, degustado tu mirada... y he salido ilesa. Ahora, entre verdades y realidades, sólo deseo hacer de la neutralidad mi ley de vida, hallar la fórmula perfecta para olvidar que el olvido es mi única salida. O quizás, mejor encontrar tus desencuentros y hacerles frente uno a uno, perderme en cada uno de tus suspiros, darte la paz que mereces y contemplarte luego en mi ausencia, porque no puedes pedirme que me quede y luego quedarte sin mí... 

Quédate conmigo...

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