"Mira la luna cada noche y me encontrarás" |
Todos la llamaban la chica funambulista, quizás porque convertía sus anhelos en suspiros y reteniendo el aire caminaba de puntillas por una cuerda floja suspendida en el aire...
Cada
día, impulsada por una voluntad ajena, decidía cerrar los ojos y
conteniendo sus sueños avanzaba entre tambaleos, con un rumbo fijo e
inamovible, casi predestinado. Nadie podía intuir su soledad, ni
siquiera eran capaces de ver las lágrimas que brotaban de sus ojos
con cada paso, les resultaba difícil conocer el vacío que su
corazón sentía o aquello que su silencio ocultaba. Pero ella, la
equilibrista olvidada, se dejaba mecer por el viento que poco a poco la empujaba hacia delante, y en su camino, descubrió que por alguna
extraña razón su mirada sólo podían dirigirse hacia el cielo
infinito que tenía ante sí, y su cuerpo, entregado a la batalla de
sostenerse en equilibrio y temeroso de la caída, había olvidado
cualquier otra forma de movimiento. Ese era su secreto, era incapaz
de mirar a su alrededor, tampoco podía volver al inicio de la
cuerda, retroceder para encontrar aquella parte de su pasado que
tanto anhelaba, y simplemente, avanzaba y avanzaba, olvidando todo
aquello que fue, transformándose en oscuridad.
Y todo
aquello que fue se encontraba al otro lado, en el comienzo de la
cuerda, donde una figura permanecía inherente, tanto que sus pies
parecían anclados al suelo como raíces. Sus manos, suspendidas en
el aire, ansiaban encontrar refugio y su ojos, ocultos entre
lágrimas, observaban desde la lejanía como la distancia poco a poco
se convertía en insalvable. Lo cierto es que tenía vértigo, sus
latidos se extraviaban entre ausencias, y su mente, entregada a
coleccionar instantes, no conseguía reunir el valor suficiente para
iniciar el camino, para superar sus límites y descubrir su propia
manera de andar. Puede que su belleza fuera de otro mundo y que su
sonrisa consiguiera iluminar el alma de cualquiera, pero tenía un
defecto, tenía miedo, y no había otra realidad, una alternativa a
sus carencias, una forma poética de apreciar toda la barbarie
incontenida que brotaba de cada una de sus dudas. Sus dudas trazaban
una frontera entre lo habido y por haber, y la resistencia era tan
alta que no existía nada que consiguiese traspasarla, así que
arrasó con su destino y decidió permanecer sin estar.
Dos
cuerpos en un mismo escenario pugnando por encontrarse, y así,
mientras uno sujetaba su existencia a un equilibrio que pendía de un
suspiro, luchando por evitar las lágrimas de hilo azul que brotaban
descontroladas de sus ojos, el otro deshilachaba su corazón en
soledad, ansiando retener nuevos instantes en su retina y
convirtiendo el tiempo en su mejor aliado. Los segundos transcurrían
como un anochecer repentino en medio de la tormenta, la lluvia
silenciaba las palabras que sus bocas vertían al aire, y su
necesidad de calor transformaba su carencia en una vorágine de
obsesión. Se echaban tanto de menos que no existía consuelo
suficiente y la impotencia de saberse lejos les conducía a la
desesperación, al encuentro programado, a la necesidad de iniciar el
despegue tras el salto fallido al vacío, les incitaba a buscar alas
con las que volar. Lo que no sabían es que para volar no hace falta
tener alas, tan sólo hay que amar, escuchar en silencio el corazón
y descubrir aquello que la ausencia nos muestra en la quietud, porque
el amor se mide en latidos y no en minutos transcurridos, y su idioma
sólo logran entenderlo aquellos que realmente enloquecen amando.
Y ella
enloquecía,
y en
la irónica calma del silencio,
llegó
a su destino...
(the end... o... to be continued...)
Bienvenida a este mundo!
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