Comunicación (del latín Communicatio-onis): 1. Acción y efecto de comunicar o comunicarse
YO SIEMPRE HABÍA CREÍDO EN EL PODER DE LA PALABRA...
Crecí en un entorno
en el que el diálogo en igualdad, sin importar edad o condición,
era un acto esencial de supervivencia. Siempre fui una niña con una
capacidad innata y prematura para la argumentación, jugaba con las
palabras siendo consciente del poder que éstas pueden otorgarte.
Adoraba la confrontación dialéctica y convertía la intuición en
mi principal aliada, encontrar oradores a mi altura era para mí todo
un reto y cuando lo conseguía intentaba absorber toda la información
posible, tenía ansias de conocimiento.
En mis años de
universidad, la constante frustración que sentía consiguió que
descubriese que una buena retórica convertía cualquier información
en valiosa, pese a que todo ello no fuese más que un burdo intento
por escapar del contenido. En definitiva, me enamoré del continente
para evitar el contenido, lo cual resulta bastante lógico si tenemos
en cuenta que decidí estudiar derecho. Cualquiera en su sano juicio
hubiese hecho lo mismo y no pretendo ser irónica...
En mi primer juicio,
tan solo unos meses después de terminar la carrera, estaba tan
nerviosa que a duras penas era capaz de pensar con claridad. Recuerdo
que había intentado ensayar mis conclusiones ante el espejo más de
una vez y nunca había logrado terminar mi exposición,
inconscientemente sabía que aquel documento a la hora de la verdad
no me serviría para nada. Y así fue, en cuanto su señoría me dio
la palabra, todo mi nerviosismo se convirtió en motivación y todos
los años de argumentación “casera” se trasformaron en mi
profesión. Pensé que aquello podría engancharme, si bien, pronto
empecé a confrontar mi amor por la palabra con el concepto de
justicia y finalmente mis principios ganaron la batalla. Pese a ello,
seguí creyendo en su fuerza, supongo que siempre tuve un corazón
idealista y pensaba que la mejor forma de cambiar el mundo y combatir
la represión, era mediante el dialogo.
Transcurridos unos
años y ya con cierta experiencia profesional, me embarqué en un
viaje increíble y me convertí en mediadora. Descubrí que podía
utilizar todas mis capacidades para ayudar al prójimo, para fomentar
la comunicación, para crear un espacio libre de expresión basado en
la tolerancia y el respeto. Fue tan increíble que durante un tiempo
tuve un chute de poder, no lo voy a negar, pero tras un duro retorno
a la realidad, fui brutalmente consciente de toda la mentira y la
manipulación a la que está sometida el ser humano cada día. Somos
nuestros peores enemigos y también nuestros únicos aliados...
Ahora, después de
todo lo vivido y todo lo aprendido, he comprendido que la mayoría de
seres humanos no quieren escuchar y por desgracia, las palabras no
pueden alcanzar a aquellos que prefieren eludir la realidad. Ya les
alcanzará la realidad algún día... cada uno que elija en qué bando quiere
estar...
Yo de momento,
permanezco en silencio...
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